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Pablo Calegari: “Soy feliz en la ruta”

Después de haber recorrido la distancia de la Argentina seis veces, Pablo Calegari reflexiona sobre su vida en el camino.

 

Por Malena Tricio

 

En 1975, un niño de 9 años ya sabía cuál era su pasión: el mundo rodantero. Pablo Calegari creció viajando con su papá en colectivos de línea transformados en motorhomes, soñando con algún día tener su propia casa rodante. Treinta y cinco años después, en 2010, ese sueño se convirtió en realidad y compró su primera casa  sobre ruedas. 

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Como presidente de la Asociación de Rodanteros se encarga, entre otras cosas, de la comunicación entre los dueños de motorhomes y las autoridades. ​

(Crédito: creación propia)

En la actualidad, el presidente de la Asociación de Rodanteros disfruta de viajar en su  propio motorhome y desde su  infancia vive viajando con su familia. Con la excusa de “ablandar'' colectivos de línea, es decir, recorrer una cierta cantidad de kilómetros para suavizar el motor, el padre de Calegari remodelaba estos colectivos para poder usarlos como casas rodantes. Sacaba cuatro filas de asientos, y agregaba colchones y una mesa. Así emprendían aventuras por lugares como Córdoba y San Luis.

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Desde su labor de presidente de la Asociación, Calegari busca aliviar las dificultades de circulación que surgen por las legislaciones vigentes. El boletín informativo de marzo de 2021 es “imposible de cumplir” para él y sus compañeros. Además, busca que las autoridades estimen cuántos vehículos recreativos existen en el país y distingan a su actividad de la de un camión, relata: “Ellos quieren llegar, nosotros solo andamos”. 

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Si bien parece, por su relato, que Pablo Calegari adquirió la pasión de su padre, él lo describe más como una musa: “El que se metió en esto fui yo, no mi papá. La relación con los motorhomes empieza con él de casualidad, por un tema de inspiración”. 
 

 “Siempre lo postergué, de viejo empecé con esto”, explica Calegari.

(Crédito: creación propia)

Calegari actualmente cuenta con un compañero de vida: “El Fortín Bus”, un motorhome de casi su misma edad. Compró un modelo de 1968 con un armado básico y objetos antiguos, como el calefón, que ya no es un artefacto conveniente para esta industria. Sin dejarse intimidar por su fachada interna de época, Pablo Calegari logró modernizarlo de una manera estética, pero también práctica.

 “Siempre lo postergué, de viejo empecé con esto”, explica Calegari.

(Crédito: creación propia)

A los 20 años, parte de un sueño fue destruido. Frente a la posibilidad de vender el campo familiar en La Pampa, el joven Calegari se ofreció a encargarse, trabajarlo, ararlo y sembrarlo; a lo que recibió un rotundo “no” por parte de su tío mayor. El deseo de vivir en el campo y trabajar su propia tierra sobrevivió dentro suyo, al punto que años después, el primer viaje hecho en motorhome fue al campo de la familia de su padre. Para simular la vida que pudo haber tenido, Pablo y su esposa dejaron de lado la televisión y el wifi, y decidieron pasar su tiempo absorbiendo la vida que los rodeaba. 

 

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“Fue muy lindo volver a ese lugar en el que

tanto estuve de chico, correr el mismo

campo, y ahora con mi mujer”.

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Existe una máxima por la que Pablo Calegari vive: el viaje comienza cuando se cierra la puerta de la casa, se sube al vehículo y se pone en marcha. “Realmente disfruto manejar y soy feliz en la ruta”, explica Calegari. Sostiene que la magia de los motorhomes no está en el destino, sino en el recorrido tomado. El estrés y las preocupaciones desaparecen y reina la paz de vivir en el camino.

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